En la
cercana 58 reunión de la “Comisión sobre el Estado de la Mujer” CSW58 en las instalaciones de la ONU en Nueva
York, se tendrá como uno de los temas centrales el acceso de las mujeres a las diferentes tecnologías,
para lograr su emancipación.
Un tema en
el que los beneficios que las mujeres obtienen al estar interconectadas a
través de computadoras, pantallas y principalmente celulares roban cámara y entusiasman
a muchos.
Tal es el
caso del estudio realizado por USAID (Agencia Americana para el desarrollo
internacional) en Afganistán donde el uso de los celulares se abrió apenas
recientemente en el año 2002. Se encontró que el 80% de las mujeres afganas ya
tienen acceso, regular u ocasional, a un
teléfono celular.. Además el 82% de los entrevistados creen que esta nueva
posibilidad mejoraba la vida de las mujeres afganas.
Las compañías
de telefonía, durante una conferencia en Kabul, mostraron lo que esta
tecnología podría aportar a las mujeres con aplicaciones de educación a
distancia, una “hot line” sobre familia y de salud durante el embarazo entre
otras.
Pero dentro
de todo este entusiasmo comercial, se oyó una voz más pausada y reflexiva, que
entre representantes de la ONU, del gobierno americano, y de compañías de
telecomunicación, subrayo una premisa esencial para que el uso de la tecnología
sea beneficiosa. Esa voz fue de la Embajadora sobre Asuntos Económicos de los
Estados Unidos Hilda Arellano, que hizo ver que
“usada correctamente, la
tecnología puede dar voz a los sin voz, y expandir el acceso a información y
educación...”(1)
Es cierto, existe un lado de este tema que ha sido poco considerado: el cambio,
a veces erosivo, en la percepción del valor de la mujer que se da x los mensajes y valoraciones que circulan
en los medios de comunicación. Esta valoración, muchas veces centrada en la
apariencia, desempeño sexual, y número de parejas sexuales, puede traer
consecuencias a las mujeres de ese país, como ya ha sucedido en otros países,
donde las culturas han absorbido y hechos suyos estos parámetros. Y no solo de
las mujeres, sino también de los hombres a los que se les mide por la cantidad
de pelo que conservan, los rivales muertos en los videojuegos y de conquistas sexuales, y el número de “cuadritos en el abdomen”.
Su
observación es muy certera, y debería recibir eco en la comunidad afgana.
El
principio detonador de los beneficios de toda tecnología, es estar preparado
para saber seleccionar, de entre todo el mar de información, lo que hace más humanas a las personas.
Por Construye
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