lunes, 12 de noviembre de 2012

LA MUJER EN EL HINDUISMO



 

El ser humano nace allí donde se merece, conforme a la cadena de existencias anteriores. Por eso el paria o la mujer no pueden protestar contra el destino que les toca vivir. Y solo aceptándolo, pueden librarse y alcanzar, tras la muerte, una existencia mejor que la de este mundo, para liberarse finalmente, incluso de la vida en la tierra, cuando hayan llegado a la plena perfección o purificación completa.

Las castas superiores (de guerreros o levitas) son grados más perfectos en la escala de las reencarnaciones (en la vía de la salvación), los miembros de grupos inferiores aspiran a encarnarse en esas castas tras la muerte, para ir avanzando de esa forma en el camino de la salvación. Lo mismo sucede a las mujeres: no pueden alcanzar su libertad final siendo mujeres; pero deben mantenerse fieles a su propia condición de esposas y madres para reencarnarse, tras la muerte, en un varón y acercarse a la libertad final.

Lo masculino es un estado superior en el proceso de liberación: el varón está más cerca de la salvación. El varón aparece como una mujer venida a mas (que ha ascendido en el camino de las reencarnaciones). La mujer aparece como un animal venido a mas (que ha superado la barrera de la animalidad), o como un varón venido a menos (que no ha mantenido su altura precedente). Por fidelidad religiosa a su destino, las mujeres han de someterse. Solo obrando como seres inferiores, cumplen su función y pueden avanzar en el camino de la liberación.

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