Ese 22
de junio, dice Valentina, "al estarle dando agua a mi caballo a la
altura de la isla de Orabá, éste me tiró el sombrero y un revolucionario
que se encontraba a mi lado descubrió mis largas trenzas, llevándome
con el general quien después de un interrogatorio, pues pensaba que era
espía del enemigo, al descubrir que era mujer, sorprendido me felicitó
pero de inmediato me dio de baja pues no admitía al igual que el general
Villa a mujeres en sus filas, a partir de entonces se terminó todo olor
a pólvora para mí". Valentina.
Hoy ella se puede sentir orgullosa donde quiera que este, que se la ha hecho justicia, se le reconoce y goza de las mieles
de la Revolución, mieles que ella con su 30-30 ayudó a conquistar,
Ella sería feliz de saber que hoy, estamos luchando por que se termine la discriminación y cualquier violencia en conra de la mujer y lograr que la igualdad de genero sea una realidad.
Lydia E
María Valentina de Jesús Ramírez Avitia, nombrada también como Valentina Gatica, y más conocida como “La Valentina”, por su famoso corrido, nació en Navolato, Sinaloa, en 1893 aunque algunos historiadores afirman que nació en Durango y que “fue hija de Pedro Gatica, un caballerango, y quedó huérfana al morir su padre en combate”. Valentina se unió al movimiento revolucionario encabezado por don Francisco I. Madero, ingresando a la Revolución el 12 de enero de 1911 bajo las órdenes del general Ramón Iturbe, quién le otorgará, por méritos en campaña, el grado de primer teniente.
Participó en múltiples batallas en contra de las fuerzas porfiristas; destacando en Tamazul y Culiacán, incluida la toma de Topia, Durango; posteriormente, tras el asesinato de Madero y Pino Suárez, “La Valentina” se incorporó con las fuerzas revolucionarias norteñas de Obregón.
“La Valentina” se convirtió en un soldado más de la revolución, era la admiración de toda la tropa, pues ‘era valiente y decidida, hermosa y llamativa’. Su atuendo era militar, portaba dos Cananas torcidas sobre su pecho y fusil al hombro. Su magnífica figura y estampa unidas a su belleza, la convirtieron ‘en símbolo de amor’, para muchos soldados, y su corrido la vuelven en un símbolo revolucionario de los hombres en campaña. ‘La Valentina guerrillera que empuñaba su carabina 30-30’, fue famosa entre la tropa y todo el norte conoció su fama”.
La leyenda popular dice que, “desde 1909, ‘La Valentina’ se empezó a cantar en algún pueblo de Sinaloa y que aludía a una joven por la que un soldado se jugaba la vida. ‘Como dicen los conocidos versos del estoicismo mexicano: dicen que por sus amores un mal me va a seguir, ¡no importa que sean el diablo, yo también me sé morir!”.
“María Valentina de Jesús Ramírez Avitia, ‘La Valentina’ participó en más de 20 batallas, y se afirma que marchaba vestida como hombre y armada hasta los dientes”.
“La Valentina” vivió sus últimos años en el Valle de Guadalupe, zona vitivinícola de Ensenada de BC. Conservaba el uniforme con las insignias en el sombrero que mostraban su grado: tres estrellas, coronela de caballería, veteranía recibida desde 1962, avalada y firmada por el General Iturbe.
María Valentina de Jesús Ramírez Avitia “murió en un hospital en la vecina ciudad de Brawley, California, donde estuvo confinada sus últimos cinco años, a la edad de 103 años. Pidió ser cremada y sus restos, tal como fue su voluntad, fueron confiados al mar de San Felipe, Baja California”.